domingo, 8 de enero de 2017

Declaración de intenciones

    Hola a todo el que tenga a bien leerme. Abro este blog de manera humilde, para expresar mi opinión sobre los temas en que, en tanto que mujer y andaluza me afectan, para bien o para mal. Lo hago con ánimo constructivo, para poner mi granito de arena en que los hombres apoyen el feminismo y para que fuera de Andalucía se conozca nuestra realidad, o al menos, la mía. ¿Por qué estas dos cosas?  Porque creo que son dos de los rasgos generales que más me afectan en mi vida diaria, y sobre los que normalmente tengo más cosas qué decir, puesto que son las dos cosas por las que me siento más discriminada socialmente.

      Sin duda alguna lo que más me repercute es ser mujer. Me declaro abiertamente feminista, y me declaro así de haber pasado por muchas concepciones de este término. No siempre me he declarado así. Os contaré la historia: Había muchas cosas que sentía que no estaban bien, como la definición del amor y como la definición de belleza. Pero también sentía que podía luchar yo sola en un mundo diseñado para que los hombres triunfen, que siempre podría ser suficientemente buena para lograrlo. En los estudios suele ser así, solo te enfrentas a un trozo de papel con preguntas, así que a ese respecto no había problemas. Tenía la certeza de que mi éxito en ese sentido me alejaba de la lucha feminista, cuando no era así. Con el tiempo me di cuenta de que muchos de los problemas que yo tenía en el colegio (por sacar buenas notas) iban asociados a mi condición femenina y que esos problemas no venían solo del trato que mi entorno me daba a mí, sino del trato que yo me daba a mí misma, fruto de lo que la sociedad me había enseñado. Me dí cuenta de que el comportamiento y el trato que se me daba que yo había adquirido durante toda mi etapa formativa estaban basados en la competición de mujeres contra mujeres. ¿Qué mejor manera de controlar a la población femenina que evitando que esté unida? Nos educan para que distingamos claramente nuestro comportamiento según el sexo de nuestro interlocutor. 
    Pasé por los términos del "igualitarismo", pasé por centrarme en la búsqueda de mis propios intereses mientras escuchaba hablar de feminismo... entonces, me mudé a París. En Francia pude experimentar el machismo callejero más asqueroso, tuve que sentir la impotencia de que me toquetearan en el metro sin poder zafarme, tuve (y tengo) que soportar que me clavarán la mirada y me dijeran toda clase de cosas, desde bonita hasta puta.  Por primera vez en mi vida, hubo algo claro que me incomodaba enormemente, que estaba ahí por el mero hecho de ser yo una mujer, y que no podía resolver por mí misma. En ese punto de mi vida empecé a empatizar con el movimiento feminista, a darme cuenta de que mi vida estaba rodeada de machismo, abrí los ojos. Algunas de las cosas de las que yo me culpaba o me había culpado, no eran en realidad culpa mía, eran el producto de esta maquinaria, y de que esa maquinaria solo podría cambiarse actuando todos juntos. Integré todas las cosas que había leído y escuchado sobre feminismo. Creo en el feminismo, que defiende la igualdad de los sexos, y creo en esa palabra porque ayuda a reconciliar a los hombres con las mujeres, pero sobre todo a las mujeres con las mujeres. Siempre tuve menos problemas en relacionarme con el sexo opuesto.  La sororidad, la hermandad entre mujeres, le dio una paz a mi vida que sentí que me habían estado negando. 


      También me declaro andalucista, desde una edad más temprana. La razón es bien sencilla, he percibido la discriminación mucho antes. He visto cómo en la televisión nacional solo hablaban con mi acento los personajes más estúpidos y catetos y cómo los periodistas andaluces tienen que hablar con acento castellano mientras los canarios no. He tenido que llevar sobre mis hombros el estigma de ser andaluza, de que la gente se crea que vivimos sin trabajar de las ayudas y sin preocupaciones, cuando la realidad es que los andaluces que llegan exhaustos de trabajar (a los que los dejan) simplemente son expertos en ponerle al mal tiempo buena cara. He tenido que escuchar, ya desde jovencita, que estudiar en Andalucía es más fácil. He tenido que demostrar una y otra vez que soy válida. La realidad es que, en España, cuando alguien me escucha hablar muchas veces empiezo de -2. La realidad es que, cuando comprenden que no están hablando con alguien inculta, ni estúpida, ni inconsciente, te tratan como un perro que sabe tocar el piano, como un punto singular. Eres muy inteligente para ser andaluza (y mujer, para más señas). Me he sentido ninguneada, impotente ante miradas por encima del hombro y burlas. 
      Yo lo que sé es que la nación donde me crié no se llama España, se llama Andalucía (con su poquito de Extremadura). Donde todo el mundo es bienvenido,  donde nos reímos de todo pero no nos metemos con nadie. Mi pueblo está hecho de historia y de tradiciones. Tenemos la huella de múltiples civilizaciones en nuestra tierra y en nosotros mismos. Somos un pueblo de cultura, arte y ciencia, que le ha regalado a España gran parte de sus figuras más importantes (que luego por cierto representan en la televisión sin nuestro acento). Somos cultura árabe llena de sangre cristiana. Somos un pueblo trabajador, cuya lucha se mantiene dormida y callada.  Yo siempre hablaré cuando se ofenda a todas esas personas que hacen que me sienta orgullosa de haber nacido en Andalucía y de hablar andalú. 

      Sí, soy mujer y soy andaluza, y lo vivo como algo inseparable. Quizá porque llevo en mi interior la dicotomía de la forma de vida árabe y occidental. Porque creo en un feminismo que perpetúe nuestra cultura, quiero un feminismo donde mujeres y hombres aprendamos de nuestras abuelas a hacer potajes y a hacer ganchillo. Quiero que las andaluzas podamos seguir siendo espontáneas y simpáticas sin que se nos sexualice y quiero que siga existiendo "ese poquito de no sé qué" que hay cuando una pareja de andaluces hablan en términos románticos. 

No soy una experta en historia ni en feminismo. Solo hablo como un individuo que quiere denunciar lo que le ofende y comentar lo que le gusta. Todo comentario, contribución, sugerencia de tema o crítica constructiva  es bienvenido, seas mujer u hombre, andaluz o de otra de las muchas identidades culturales que constituyen España y el mundo.


EN MI ANDALÚ 

Transcribo mis entradas a mi variedad dialectal del andalú. Me parece un buen ejercicio para los que no tengan mucho contacto con Andalucía intentar escuchar hablar de un tema serio en andalú sin que te entre la risa ni menosprecies el valor del discurso. 

Uso los acentos graves para abrir las vocales y los apóstrofes para indicar la pérdida de una s o una r que cambia la pronunciación de la siguiente consonante.

    Hola a todo er que tenga a bien leerme. Abro e'te blò de manera humirde, pa'presá mi opinión sobre lo'tema en que, en tanto que muhé y andaluza me afe'tan, para bien o para mal. Lo hago con ánimo con'tru'tivo, pa ponè mi granito d'arena en que loh hombres apoyen er femini'mo y pa que fuera d'Andalucía se cono'ca nuestra realidá, o ar meno, la mía. ¿Por qué e'ta do'cosa?  Porque creo que son dò de lò ra'gos generalè que má me afe'tan en mi vida diaria, y sobre lo'que normarmente tengo ma'cosa qué decí, pue'to que son lah do'cosas po'las que me siento má di'criminá sociarmente.

      Sin duda arguna lo que má me repercute à sè muhè. Me declaro abiertamente femini'ta, y me declaro así después d'haber pasao por mucha conce'ciones de e'te término. No siempre m'he declarao así. Os contaré la hi'toria: Había mucha cosa que sentía que no e'taban bien, como la definición del amó y como la definición de belleza. Pero también sentía que podía luchá yo sola en un mundo diseñao pa que lo'hombres triunfen, que siempre podría sè suficientemente buena pa logra'lo. En loh estudio suele sè así, solo t'enfrenta a un trozo de papé con pregunta, así que a ese respe'to no había problema. Tenía la certeza de que mi ésito en ese sentido me alehaba de la lucha femini'ta, cuando no era así. Con er tiempo me di cuenta de que mucho de lo'problemas que yo tenía en er colehio (por sacá buenah nota) iban asociaoh a mi condición femenina y que eso'problema no venían solo der trato que mi entonno me daba a mí, sino der trato que yo me daba a mí mi'ma, fruto de lo que la sociedá m'había enseñao. Me dí cuenta de que er trato que se me daba y er comportamiento que yo había adquirío durante to mi etapa formativa estaban basao en la competición de muhere contra muhere. ¿Qué mejò manera de controlá a la población femenina qu'evitando que e'té unida? Noh educan pa que di'tingamos claramente nue'tro comportamiento según el seso de nue'tro interlocutó. 
    Pasé po'lo'término del "igualitari'mo", pasé por centrarme en la bú'queda de mi'propio interese mientrah e'cuchaba hablá de femini'mo... entoncè, me mudé a Parí. En Francia pude e'perimentá el machi'mo callehero má a'queroso, tuve que sentí la impotencia de que me toquetearan en er metro sin podè zafarme, tuve (y tengo) que soportá que me clavarán la mirada y me diheran toa clase de cosa, de'de bonita ha'ta puta.  Por primera vè en mi vida, hubo argo claro que me incomodaba enormemente, que e'taba ahí por er mero hecho de sè yo una muhé y que no podía resorvé por mí mi'ma. En ese punto de mi vida empecé a empatizar con er movimiento femini'ta, a darme cuenta de que mi vida e'taba rodeá de machismo, abrí loh òjò. Arguna de la'cosa de la'que yo me curpaba o m'había curpao, no eran en realidá curpa mía, eran el produ'to de e'ta maquinaria, y de que esa maquinaria solo podría cambiarse a'tuando tòdò juntò. Integré todà la'cosà que había leído y e'cuchao sobre femini'mo. Creo en er femini'mo, que defiende la iguardá de lo'sesò, y creo en esa palabra porque ayuda a reconciliá a loh hombres con lah muhere, pero sobre tó a lah muhere con lah muhere. Siempre tuve menò problema en relacionarme con er seso opue'to.  La sororidá, la hermandá entre muhere, le dio una pá a mi vida que sentí que m'habían estao negando. 


      También me declaro andaluci'ta, de'de una edad más temprana. La razón è bien sencilla, he percibío la discriminación mucho antè. He vi'to cómo en la televisión nacioná solo hablaban con mi acento lo personajè má e'túpido y cateto y cómo loh periodi'ta andaluces tienen que hablá con acento ca'tellano (mientras los canarios no). He tenío que llevá sobre mih hombros el e'ti'ma de sè andaluza, de que la hente se crea que vivimo sin trabajà de la'ayuda y sin preocupacione, cuando la realidá es que loh andaluce que llegan eshausto de trabajá (a loh que loh dejan) simplemente son e'perto en pone'le ar mar tiempo buena cara. He tenío qu'escuchá, ya de'de jovencita, qu'estudiar en Andalucía eh máh fáci. He tenío que demostrá una y otra vè que soy válida. La realidá è'que, en E'paña, cuando arguien me e'cucha hablà mucha vecè empiezo de -2. La realidá è'que, cuando comprenden que no e'tán hablando con arguien incurta, ni e'túpida, n'inconciente, te tratan como un perro que sabe tocá er piano, com'un punto singulá. Erè mu'inteligente pa sè andaluza (y muhé, pa má seña). Me he sentío ninguneá, impotente ante miradà por encima del hombro y bu'là. 
      Yo lo que sé es que la nación donde me crié no se llama E'paña, se llama Andalucía (con su poquito d'E'tremadura). Donde to er mundo è bienvenido, donde no reímo de tó pero no nò metemò con nadie. Mi pueblo e'tá hecho d'hi'toria y de tradicionè. Tenemò la huella de múrtiplè civilizacionè en nue'tra tierra y en nosotrò mi'mo. Somò un pueblo de curtura, arte y ciencia, que l'ha regalao a E'paña gran parte de su figura máh importantes (que luego por cierto representan en la televisión sin nue'tro acento). Somo curtura árabe llena de sangre cri'tiana. Somò un pueblo trabajadò, cuya lucha se mantiene dormida y callá.  Yo siempre hablaré cuando se ofenda a todah esa persona que hacen que me sienta orgullosa d'habè nacío en Andalucía y de hablá andalú. 

      Sí, soy muhé y soy andaluza, y lo vivo como argo inseparable. Quizá porque llevo en m'interió la dicotomía de la forma de vida árabe y ocidentá. Porque creo en un femini'mo que perpetúe nue'tra curtura, quiero un femini'mo donde muhere y hombrè aprendamò de nue'tra abuela hacè potajè y a hacè ganchillo. Quiero que lah andaluza podamò seguí siendo espontánea y simpática sin que se no sesualice y quiero que siga esi'tiendo "ese poquito de no sé qué" que hay cuando una pareha d'andaluce hablan en términò románticò. 





1 comentario:

  1. Hola, María

    ¡Enhorabuena por la idea!
    Como tú, zoy muhé y andaluza, y también me declaro feminihta y llevo con orgullo mih raíceh y mi acento (la verdá eh que trah 7 añoh en Madrí, me ziento orgulloza de no habehlo perdío).

    Pa' lah prózimah entradah, ehcribiría anteh (o ehcluzivamente) la verción en andalú. Porque tal y como'htá ahora, la hente ze lee el tehto entero en cahtellano y ya luego el andalú lo lee mu' por encima o no lo lee. Y, ehtando acohtumbrá a ehcribí en cahtellano, ar menoh en mi cazo, ze me hace mu difici ehcribí en andalú. Eh un tiempo que invierteh pa' que luego no lo lean, o no lo aprecien. Pero vamoh, que'hta eh mi humirde opinión, y ehte formato eh perfehtamente válido.

    ¡Un bezo mu grande!

    Marina


    Nota: Yo ceceo. Y a la hora de'hcribí en andalú, ehcribo por iguá con Z o con C (seguido de e/i) según me parece. No le buhquéi la lógica porque no la tiene. xD

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